Vitaminas: verdades y mentiras

Dado que hace muchísimo tiempo que no escribo nada, voy a redimirme con un artículo de interés general sobre la verdadera naturaleza de las vitaminas, aparentemente tan beneficiosas e inofensivas.

Las vitaminas son compuestos químicos presentes de forma natural en los alimentos. De todos es conocida la presencia de la vitamina c (ácido ascórbico) en los cítricos, el kiwi y demás frutas. Estos compuestos no son producidos por el cuerpo humano pero es de vital importancia su presencia en nuestro organismo. A principios del siglo XX la medicina se revolucionó con el descubrimiento del origen de ciertas enfermedades como el escorbuto, o el raquitismo, debidas a estados carenciales de vitaminas.

Pero en los 60, la única persona que ha conseguido dos premios Nobel (química y de la paz) individualmente, Linus Pauling, inició una fiebre por las vitaminas, asegurando que una ingesta en grandes proporciones (mil veces mayor que la cantidad diaria recomendada) de vitamina c evitaba el catarro común.
Pauling fue el mayor químico del siglo pasado, Einstein dijo de él que era un genio, y lo fue, demostrándolo en sus estudios en cuántica y sobre la naturaleza del enlace. Y el que dijera en la época hippie que un remedio natural, alejado de las farmacéuticas, podía curar enfermedades dejó una profunda huella.

Hoy en día muchos creemos en la eficacia de complejos vitamínicos, y se consumen sin control. Pero nos equivocamos creyendo que nos van a beneficiar, pudiendo ocurrir lo contrario.

La vitamina c NO previene el catarro, pero es verdad que cuando se ha sufrido el contagio, reduce los efectos hasta en un 20%. Luego es tonteria gastarse los cuartos si no estamos enfermos. Lo que sí hay que procurar es consumir la c.d.r. presente en estos alimentos.

La vitamina e se ensayó para la prevención del cancer de pulmón, pero los resultados demostraron que el consumo de grandes cantidades no sólo no reducia dicho riesgo sino que lo incrementaba en un 25%.

La vitamina a es un antioxidante, eso quiere decir que neutraliza los famosos radicales libres, que no son más que moléculas ionizadas que en alta concentración provocan la destrucción de las células (pudiendo dar origen a algún tipo de cáncer), con lo que evitan también efectos del envejecimiento. Suecia era el único país de Europa en el que se añadía esta vitamina (en forma de carotenoides) a la leche y se logró demostrar mediante ensayos que la elevada presencia de la vitamina en la dieta provocaba osteoporosis, de ahí el elevado índice de fracturas de cadera. Esta vitamina está presente sobre todo en la zanahoria y es de gran importancia en el organismo.

En resumen, que se cumple que los extremos son perjudiciales, si mantenemos una dieta equilibrada no necesitaremos el consumo de vitaminas sintéticas, aunque estos sí son necesarios en estados carenciales o situaciones especiales (aquellas mujeres que deseen tener un hijo deben consumir mucho ácido fólico antes y durante el embarazo). En este pdf podrán encontrar un resumen de algunas vitaminas.

Respecto de los radicales libres, es cierto que ayudan a mantener la salud, pero el envejecimiento es un proceso irreversible, que se origina por fallos en la reproducción de las células. Básicamente, en la duplicación de la cadena de ADN intervienen unos compuestos que ejercen dicha función, pero es materialmente imposible que dupliquen los extremos de las cadenas, es decir, que al duplicarse se pierde parte de la cadena, provocando defectos degenerativos. Es inevitable y algo por lo que no hay que preocuparse, vale más dedicarse a vivir el tiempo que se nos ha dado, que por otra parte pueden ser los próximos cinco minutos...